martes, 18 de octubre de 2016

UN, DOS, TRES…

         

     En la CASA de mis ABUELOS, situada en medio de un VIÑEDO, pasé los veranos más felices de mi vida.

     Los días eran eternos, las horas las recorría montado en mi BICICLETA, junto a mis primos, hasta que la luz del sol se marchaba a dormir.

    Después de cenar, el abuelo nos reunía a su alrededor bajo el fresco aroma del jazmín que cubría toda la fachada. Nos contaba cuentos con su voz gruesa, de tal forma, que casi los podías vivir

     Cuando nos narraba alguna historia de terror, esa noche, sin remedio, tenía que contar OVEJAS hasta altas horas de la madrugada para que con su ayuda el sueño me venciera a mí y al miedo.



(relato publicado la 3ª semana de octubre en https://www.cincopalabras.com/ )

2 comentarios:

  1. Precioso, Javier. Muy bien contado. Me has hecho evocar el paisaje de mi infancia.

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    1. Gracias Carmen por tu visita, me alegro mucho si te he hecho recordar tu infancia, este relato es personal, yo no conocí a mi abuelo, pero un tío mio si que hacía lo que he contado.
      Gracias y besos.

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