viernes, 17 de febrero de 2017

PIN Y PON, UNA HISTORIA DE MARRANOS



    Era costumbre en mi pueblo regalar una pareja de cochinillos a los recién casados, como señal de un próspero futuro, en nuestro caso la familia de mi Paco y la mía eran muy humildes y esos marranos nos iban a venir de maravilla. Les puse por nombre Pin y Pon.

    Nos costó dios y ayuda meterlos en el coche para irnos de luna de miel, pero el gran problema lo tuvimos cuando a mitad del viaje se nos estropeó el vehículo y tuvimos que dejarlo en el arcén, y tal como íbamos, vestidos con los trajes de la boda, coger todo el equipaje para acercarnos a la gasolinera más próxima a llamar a una grúa. No había forma de hacer caminar a Pin y Pon, los tenía que llevar arrastrándolos por la carretera.

    Mi duda era saber si no andaban por que eran demasiado pequeños, o porque, como mi madre nos había puesto comida en las maletas para que no pasáramos hambre, los muy puercos olían que las llevábamos repletas de embutidos de cerdo.



Fotografía: Pedro Luis Raota

4 comentarios:

  1. Ja, ja, cómo me he reído imaginándome la escena y las maletas repletas de tuppers. ¡Vaya luna de miel!

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    1. Gracias, Patricia por tu visita.
      Si una imagen de una de esas películas de los años 60-70, una españolada como decían.
      Besos.

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  2. Una historia muy divertida, Javier. La maleta llena de embutido es un clásico de todo viajero o emigrante español anterior a la Transición.
    Besos.

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    1. Gracias, Carmen, por tu visitas.
      Como le he contestado a Patricia, es como si fuese una imagen de una película de los años 60.
      Besos.

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