domingo, 22 de abril de 2018

CLIC… CLIC… CLIC…


   Al atardecer, con las primeras tormentas que anuncian el final del verano, nos llevaron a un lugar desconocido en medio de la nada. Nos hicieron descender del camión y adentrarnos entre el vallado de dos campos. A los pocos pasos nos dieron el alto e indicaron que nos arrodillásemos con la mirada perdida en el suelo. Entonces el jefe de aquella jauría se situó en el extremo de la fila opuesto al mío y disparó en la nuca del primero. Fue poco a poco, uno tras otro. De reojo observé como caían. Como la sangre que manaba de sus cabezas teñía la tierra apagando aquel verde, que dejó de ser esperanza. Pude ver como la mayoría yacían con el pantalón mojado por el miedo. Conforme se acercaba, mi corazón parecía que iba a reventar. Quería gritar, pero el pánico atenazaba mi garganta. Llegó tras de mí, al sentir el frío cañón sobre mi nuca, noté aquella humedad caliente derramarse entre mis piernas. Escuché un clic y el silencio. Otro clic y otro más, pero la muerte no llegaba. En ese instante mi ejecutor me dio una fuerte patada en la espalda y gritó: ¡Hijo de perra, vive, así sufrirás más, ya que nunca podrás olvidar esto!


Fotografía: Vincent Bourilhon

3 comentarios:

  1. Uf, me ha hecho recordar a la ruleta ruta del " Cazador". Ese clic es la promesa de pesadilla fatal.

    Muy bueno.Besos

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Tienes razón, al nombrar tú esa película, me he acordado de esa escena.
      Un abrazo enorme.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Julio David.
    Un abrazo.

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