domingo, 17 de junio de 2018

166 NO ES SOLO UN NÚMERO

   Cuando lo ingresamos pasó a ser el 166. Aunque, hacia tiempo que había olvidado quién era. Allí todo lo relacionado con él iba acompañado por esa cifra: la habitación del 166, la comida del 166, la medicación del 166, el aseo del 166. Me acostumbré a ello también, siempre acababa mis frases con el dichoso 166. Hice amistad con la 165. El 163 se marchó pronto a casa. El 167 no nos dejaba descansar. Y la 168 murió al poco de llegar allí. 
   Pero un día, me dijeron que no podían hacer más por él, que había llegado a su punto final. A partir de ese momento, ya no hubo comida para el 166. Ya no hubo medicación para el 166. Ya no hubo aseo para el 166. Ello provocó mi rabia y quise demostrarles que el 166 era algo más que un número. 

   Llego el instante en el que aquel monitor trazó su última línea continua y el silencio lo ocupó todo. Por fin, se liberó de aquella nefasta cifra. Aunque de fondo, aún pude escuchar: el 166 ha fallecido ya.


Fotografía: Ana Vidal

4 comentarios:

  1. Final perfecto. Ser un número llevó a los nazis a tatuar en los antebrazos, despersonalizar. En los hospitales es muy habitual, si bien jamás se olvidan de medicar, cuidar y alimentar a los pacientes, por muy solo ue esté el paciente. Pero es una ficción realmente buena con la imagen de bic naranja

    Besos

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    1. Muchas gracias por tu comentario.
      Este relato está basado en parte en la realidad. Como bien dices en los hospitales no dejan de atender a los enfermos. Pero yo te puedo contar un caso vivido con un familiar, que cuando los médicos decidieron que ya no se podía hacer más, simplemente dejaron un gotero de suero fisiológico como único sustento, llegando a dejar de asearla. Como digo, ella simplemente era un número.
      Como ves en ocasiones sucede lo inverosímil.
      Besos.

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