—¿La veis? ¡Tiene que aparecer!
—Por aquí no hay nada. Estoy intentando tocar el fondo con las manos.
—Desde aquí arriba tampoco se ve. ¡Te juro que la he visto caer cerca del cobertizo!
—Pues, como no aparezca, mi madre me mata. Ya me lo ha dicho antes de salir de casa: “Si te la llevas, cuídala, que no se pierda y no se te ocurra volver sin ella”.
—¡Creo que aquí veo algo! ¡Sí, sí! En el fondo. Inmóvil. Atrapada por el barro de la ciénaga. ¡Es tu hermanita!
—¡Ya, ya! Pero ¿Y la pelota?
*Relato escrito a partir de la fotografía de Elisabeth Opalenik
uf, esos vicios de niños que pueden ignorar a esa hermanita ante un balón. ;.)
ResponderEliminarMuy bueno. Un abrazo
Muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.