viernes, 4 de enero de 2019

SE ARMÓ EL BELÉN



—¿Es grave, doctor? —el médico, con el fonendoscopio al cuello, no salía de su asombro. 

—¿Dice que está así desde el día de Navidad?

—SÍ, de madrugada tenía retortijones de tripa. Mi cama parecía una cámara de gas. Me levanté para apaciguar aquel volcán y, mientras esperaba, me entretuve contemplando el belén. Entonces, deseé que mi vida fuese tan simple como la de una figurita. Y amanecí así.

—¡Podría haberse fijado en un Rey Mago! Al menos, no estaría en pañales y con ese ridículo pelo ensortijado de querubín.

—Pero ¿tiene cura?

—No sé, esa rigidez y ese olor a establo que tira para atrás... Será un tratamiento largo y costoso.

—Pues, dese prisa doctor, que ese cabrón que hacía de Niño Jesús, y que encima se llama como yo, se está tirando todos los días a mi mujer. Y ella solo hace que gritar: ¡Jesús, últimamente, follas como Dios!


Relato presentado al concurso de Editorial Zenda #cuentosdeNavidad


4 comentarios:

  1. jajaja, muy bueno. El nombre de Jesús da para mucho.

    Un abrazo y feliz año, sin ventosidades :-)

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    1. Muchísimas gracias por tu comentario.
      Besos y que te traigan muchas cosas los Reyes Magos.

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