sábado, 26 de octubre de 2019

SUSPIRAR...


Suspirar el aroma de los sentimientos escritos en tu piel
Abrazar cada poema para sentirlo dentro de mí
Desear un amanecer lleno de caricias que me hablen de ti...


Fotografía Florin Ion Firimita

viernes, 25 de octubre de 2019

FONDO DE ARMARIO

     Iba a ser un día especial y ella necesitaba un vestido para la ocasión. Le recomendaron aquella tienda especializada en trajes de ceremonia. Allí encontró lo que buscaba, uno elegante a la par que sencillo, y que no solo sirviese para casarse. Pese a alguna dificultad de última hora, la boda se realizaría tal como la habían planeado durante meses. 
   Aquella mañana, ella apareció deslumbrante. Él no desentonaba en elegancia con su traje Príncipe de Gales. La iglesia estaba a rebosar y todo el mundo muy emocionado. Allí, frente al altar, se dieron el sí quiero, al tiempo que el cura rezaba un responso. A la salida, los invitados lanzaron arroz mientras ella permanecía de pie junto al féretro del novio. 


Mi aportación al #VIERNESCREATIVO de Ana Vidal.
Relato escrito a partir de la fotografía de  Archstudio


miércoles, 23 de octubre de 2019

ANOTACIONES A PIE DE PÁGINA

   Aquel libro recogía algo más que una historia. Al acabar cada capítulo, anotaba mis confesiones más íntimas. Comencé por mi primera vez. María era su nombre. Plasmé todo lo que sentí al tenerla entre mis brazos. Conforme avanzaba la lectura, aumentaba mi deseo. Después vendrían Ángela, Manuela, Aurora… Creí que se apagaría ese impulso irrefrenable al terminarlo. Pero aún, tuve que utilizar la contraportada. 
     Cuando el polvo comenzaba a adormecerse sobre él, apareció la policía en casa. Lo registró todo. Un agente lo descubrió y quedó atrapado con su lectura. Al esposarme, me preguntaron si estaba arrepentido de haber matado a esas ancianas. Les contesté: «No. Volvería a hacerlo».


Relato publicado en EstaNocheTeCuento-ENTC para ENTCerrados 6
Para escribirlo te dan la frase inicial y final.


Fotografía de Kelly Sikkema en Unsplash

domingo, 20 de octubre de 2019

UNA MIRADA, UNA SONRISA, UNA CARICIA

     Lo que daría porque su dulce voz me susurrase lavavajillas, espumadera o colesterol. Ahora, esas palabras me suenan a música celestial, pero antes, las ignoraba, no las oía cuando me las decía. Creía que era su obligación, que ella era casi como un mueble más de la cocina. Por eso, aquella mañana, cuando escuché aquel silencio supe que algo pasaba. Entonces, vi su cuerpo en el suelo, inerte, sin vida, y una nota a su lado. Al leerla me di cuenta de que ella era algo más. Tan solo ponía: “Echo de menos una mirada, una sonrisa o una simple caricia”.


Relato escrito para microcuento.es en su sección microcuento.es/cuentos-cortos/ para el mes de SEPTIEMBRE/19


Fotografía de Sydney Sims en Unsplash

sábado, 19 de octubre de 2019

BAJO UN MAR DE PALABRAS...

Bajo un mar de palabras me sumerjo contigo...
Quiero bucear en los océanos de tu piel
Hacerte sentir con cada letra
Respirar sentimientos junto a ti...


Fotografía Peter Coulson

viernes, 18 de octubre de 2019

UNA EXPERIENCIA EXTRACORPÓREA

     Regresé pronto a casa. Necesitaba un descanso. Al entrar, tuve una extraña sensación. Juraría haber echado la llave. Más raro fue encontrar, en el suelo del pasillo, mi vestido rojo. Además, se oían unos jadeos. Me acerqué a mi dormitorio. Aluciné. Creí estar viviendo una experiencia extracorpórea. Me vi a horcajadas sobre mi novio. Pero pronto salí de mi enajenación. Descubrí, sobre aquel voluptuoso culo, el bamboleo de un lunar. Lo único que me diferencia de mi hermana gemela. 


Relato escrito para Reto 5 Líneas del blog de Adella Brac
Este mes de Octubre/19 las palabras son: DESCANSO / EXTRAÑA / SUELO




Fotografía de Joe deSousa en Unsplash

miércoles, 16 de octubre de 2019

INVISIBLE

     Sobre la arena de esta paradisíaca playa, escucho el rumor de unos niños jugueteando. Mientras sus madres, a voz en grito, les advierten de que no se acerquen a la orilla. Todo ello me provoca una gran morriña de cuando la mía, allá en la aldea, intentaba meterme en vereda para que dejase de construir castillos en el aire. Ojalá le hubiese hecho caso. 
      Ahora aquí, mirando al infinito, cada vez más oscuro y tenebroso, me siento invisible. Al tiempo que el vaivén de las olas cubre mi cuerpo de salitre y eternidad.


Relato publicado 3ª semana Octubre/19 en la web solidaria cincopalabras.com
Las palabras son: ARENA / MORRIÑA / VEREDA / INFINITO / SALITRE


Fotografía de Khadeeja Yasser en Unsplash

martes, 15 de octubre de 2019

LEALTAD

     Siempre he mantenido mi lealtad, pese a que en más de una ocasión he sido el blanco de su ira. Como aquel día que, persiguiendo una mariposa por el campo, me metí en un charco manchándome de barro. Cuando regresé a casa, además de recibir unos buenos azotes por ensuciar el suelo, me dejó el cuenco vacío de comida durante tres días. Menos mal que pude desenterrar del jardín algunos tesoros escondidos y así, logré sobrevivir. 
   Hoy su carácter se ha ennegrecido tanto como su visión. Su única compañía somos la oscuridad y yo, que sigo siendo su fiel perro guía. 


Relato presentado al concurso de Editorial Zenda #historiasdeanimales


sábado, 12 de octubre de 2019

QUIERO SER...


No quiero ser silencio...
Quiero ser gota de lluvia navegando en tu piel.
Quiero empapar tu mirada de versos.
Quiero ser la poesía de tus sueños.
Quiero ser ese beso perdido en tu sonrisa.


Fotografía Peter Coulson

MANOS SEDIENTAS DE CARICIAS...


Manos sedientas de caricias...



viernes, 11 de octubre de 2019

EL ABRIGO DEL ABUELO

     Me impresiona entrar y verlo colgado en el recibidor. Cuando lo abrazo siento ese olor a picadura que siempre lo acompañaba. Igual que hace dos días, mientras lo sujetaba al cortar la cuerda de la que pendía del techo. He vuelto a su casa, ya que papá me ha encargado recoger el viejo abrigo marrón del abuelo. Siempre deseó que lo amortajaran con él. Ahora que ya no lo cubre, lo observo vacío y descubro algún zurcido, varios botones deshilachados y cierto matiz otoñal en el cuello y las mangas. Parece como si el abrigo hubiese muerto también. Eran inseparables. Jamás quiso desprenderse de él. Decía que de hacerlo sería como abandonar a un amigo. Que formaba parte de su vida desde que se lo entregó su padre antes de morir. Pero nunca contó más.

     Registro los bolsillos para no dejar olvidado nada de valor. Recuerdo la cantidad de veces que de su interior sacaba cosas para mí. Entonces, en una costura del forro de seda beis encuentro una abertura. De dentro, extraigo la respuesta al misterio que mantuvo oculto durante tanto tiempo: un ajado y sucio pedazo de paño, y cosida sobre él una estrella amarilla.


Relato escrito para EstaNocheTeCuento-ENTC
6ª convocatoria de ENTCOLORES - MARRÓN - 
RELATO MENCIONADO POR EL JURADO


domingo, 6 de octubre de 2019

NI DIOS, NI AMO

     Hacia tiempo que lo debía haber hecho, pero no me decidía. Al fin, he tenido el arrojo suficiente y me he puesto manos a la obra. La verdad, ha sido más fácil de lo esperado. 


“Algún día el yunque, cansado…” 


     Además, mi hija me está ayudando. Aun cuando no para de hacerme preguntas: ¿Por qué hacemos esto tan peripuestas? ¿Por qué dejamos ese dibujo en la puerta? ¿Mamá, no escuchas ese ruido? 

“Algún día el yunque, cansado de ser yunque…” 

     Trato de tranquilizarla. Le hago ver que vamos tan arregladas porque esto es una fiesta, una liberación. Lo del símbolo es para no olvidarnos de él, ya que no hay ni dios, ni amo. 

“Algún día el yunque, cansado de ser yunque, pasará a ser martillo” 

     Lo más complicado de explicarle ha sido lo de la voz que se oye tras la pared. Sé que con el paso de los días se ira apagando poco a poco, hasta que deje de escucharse. Tan solo le digo que me cansé de ser yunque y fui martillo. Y ella sonríe.


Mi aportación al #VIERNESCREATIVO de Ana Vidal.
Relato escrito a partir del collage fotográfico de Sammy Slabbinck



martes, 1 de octubre de 2019

MATAR A UN RUISEÑOR

     Todos los miércoles, a la salida del colegio, a mi hermano y a mí nos gustaba pasar por delante de las puertas del “Cine Nilo”. Ese día por la mañana, de forma diligente, D. Mariano había colocado, junto a la taquilla, los carteles anunciadores de las películas que iban a proyectar el fin de semana. Siempre nos quedábamos embobados viendo aquellos colores que, por desgracia, luego jamás aparecían en la gran pantalla. Nuestra vida transcurría en blanco y negro. Allí, mirábamos atónitos  todos los detalles, soñábamos con ser los personajes de aquellas historias: pelearnos a muerte con los malos, protagonizar los besos más románticos y vivir mil aventuras. 
     Puntualmente, cada domingo a las cuatro, salíamos de casa enfilando el camino hacia nuestras ilusiones. Papá siempre nos acompañaba hasta la puerta del cine. Nos sacaba las entradas y nos dejaba en la fila de acceso a la sala. Luego, se marchaba a pasar la tarde a casa del abuelo. Allí, juntos escuchaban los partidos de fútbol por la radio. Tomándose algún que otro carajillo y fumándose un par de “Farias”. Después, cuando acababa la jornada, nos recogía a la salida del cine y volvíamos juntos a casa, donde nos esperaba mamá con la cena preparada. Por el camino, le contábamos las películas que habíamos visto. Lo hacíamos de una forma que casi parecía una representación teatral. Él siempre nos sonreía y nos animaba a que no olvidásemos ningún detalle.
     Siempre nos llevábamos un bocadillo para merendar en el intermedio, entre película y película, mientras cambiaban el rollo. Además, antes de entrar a la sala, en la cafetería nos comprábamos un par de botellas de gaseosa, de esas que llevaban su tapón de porcelana, su goma roja y su mecanismo de metal. Nos sentábamos mirando a la pantalla con la ilusión de pillar ese beso entre los protagonistas, que siempre cortaban justo cuando sus labios se iban a juntar. Entonces se producía un salto en la proyección y esos labios aparecían de nuevo separados. Y el beso se había esfumado delante de nuestras narices. Esto provocaba los silbidos y las protestas del público. Cuando comenzaba el jaleo, D. Mariano paraba la proyección, encendía las luces y amenazaba con desalojarnos a todos. Incluso, en alguna ocasión, se colocaba, con los brazos en jarras, delante de la pantalla hasta lograr el silencio absoluto de la sala. Reanudándose de nuevo la sesión.
     Nos gustaba sentarnos en las butacas del anfiteatro lateral, para así, si la película era un tostón y nos aburríamos, entretenernos espiando a las parejitas que ocupaban las últimas filas. Allí, daban rienda suelta a su pasión, ocultos entre la penumbra. Pero nosotros, con la luz que emitía la pantalla, éramos capaces de observar lo invisible.
     Nunca olvidaré la tarde que fuimos a ver “Matar a un ruiseñor”. En mitad de la película cogí a mi hermano de la mano y nos fuimos sin que acabase la proyección. Ya que, cuando escudriñábamos entre las butacas de los enamorados, descubrimos a mamá besándose con un hombre que le metía mano entre sus pechos. Y nosotros sabíamos que ese no era papá.


Relato Ganador 2º Premio de Narrativa
II Certamen Literario del Movimiento Artístico de Mislata (MAM)




Fotografía de Alexander Krivitskiy en Unsplash