En cuanto acaba la cena, y antes de tomar el café, siempre ocurre lo mismo. Él comienza a acariciarme las piernas con lentitud, poco a poco, se me eriza el vello. Entonces, le digo: «No seas impaciente, me vas a romper las medias». Sobre el sofá, insiste. Me agrada, me paralizo de placer. Sigue recorriendo con su lengua mi cuerpo, se entretiene entre mis pechos. Luego, me mira fijamente dispuesto a lanzarse hacia mi boca. Pero eso no me gusta. Lo aparto de mí diciéndole: «¡Caricias! ¡Eso no!». Y él me responde maullando con tristeza.
Relato escrito a partir de la fotografía de Gabriel Guerrero Caroca
El protagonista del relato debía de ser un gato.