Cierra la puerta de su cuartucho alquilado. Está cansada. Tiene el cuerpo amargado y el alma rota. Se baja de sus tacones y se deja caer en el sofá. Abre de nuevo el sobre que recibió por la mañana. Con asombro, vuelve a mirar la fotografía. Es su única compañía en medio de tanta soledad. Casi no la reconoce. Ha pasado tanto tiempo… Tal vez, pronto pueda darle una alegría. Cree que saldará su deuda y así, reunirá el dinero suficiente para poder traerla a su lado. A continuación, saca de la nevera un pequeño pastel que ha comprado en el supermercado. Lo pone sobre la mesa, junto a la foto. Le coloca cinco velitas y, entre sollozos, balbucea cumpleaños feliz. Después, se acuesta para intentar soñar con ella. Antes echa las cortinas, para que el reflejo del rojo neón, que parpadea en la fachada, no le recuerde su pesadilla de cada día.
Un bello escrito sacado de la vida diaria que a veces nos toca vivir
ResponderEliminarfelicitaciones
Muchísimas gracias por tus palabras y por tu visita.
EliminarUn saludo muy cordial.
Pues hay vidas intensas, de neón rojo en la ventana, que a pesar de todo, tiene afectos que cumplen cinco añitos.
ResponderEliminarMuy dulce. Un abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Vivencia, crudo y sentimiento a flor de piel, hay de y esperanza de seguir solo cinco añitos basta
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario.
EliminarUn saludo.