jueves, 28 de enero de 2021

SOÑAR

     Mamá era capaz de hacernos imaginar cualquier cosa a partir de la idea más simple. Nos hacía escalar las cumbres cercanas. Bucear por un lago. Incluso, sentir que teníamos alas y volar. Y eso que, alrededor de nuestra chabola, solo teníamos montañas de basura, charcos embarrados y las únicas alas que conocíamos eran las de las moscas que revoloteaban por nuestras inocentes caritas.
    Cada noche, ella nos hacía huir de la realidad que nos rodeaba. Sentados en torno a la lumbre mientras apuraba su penúltimo vaso de vino, al contarnos un cuento nos hacía soñar.
     Pese a todo, ella fue nuestra mejor maestra. Nos inculcó la importancia de aprender a leer y devorar libros. Siempre nos decía que debíamos tener hambre de conocimiento.
     Hoy, cuando estoy sentado en este pupitre de la universidad, solo hago que pensar lo feliz que sería ella si me viese aquí. Gracias a su sacrificio y a sus noches de fantasía, puedo decir que, a veces, los sueños se hacen realidad.


Relato presentado al concurso de Editorial Zenda #MiMejorMaestro



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