Hacía tiempo que la pasión de la primavera dejó de anidar en sus días. La alegría ya no floreció más en su mirada cuando fue cubierta por la grisácea niebla que el olvido ancló en su memoria. Una tempestad de sentimientos anegó sus ganas de vivir. Todas las promesas quedaron sepultadas bajo un lodo de palabras huecas. Un páramo quebró su piel sedienta de caricias. Poco a poco, sus latidos se fueron apagando como el rumor de una tormenta de finales de estío.
Como por una lluvia ácida, su vida quedó marcada para siempre aquella mañana que acabó sola frente al altar.
Relato inspirado en la fotografía de Víctor Lax.
Tiene una poesía que sobrevuela. Es un texto precioso. Frente al altar, en unos minutos, se ve a sí misma en ele páramo yermo
ResponderEliminarPreciosa prosa nos regalas. Un abrazo
Muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.