Mamá le había dicho que aquellas alas de plástico servían para volar. Gracias a ellas, su habitación se convertía en la Ciudad Esmeralda y allí, hacía magia junto al Mago de Oz. Revoloteando por el pasillo llegaba a Wonderland y jugaba al críquet con el Conejo Blanco sobre la alfombra del comedor. Luego, alcanzaba el dormitorio de sus papás para viajar con Peter Pan y Campanilla al País de Nunca Jamás. Pero mamá no le advirtió que la fantasía no existía más allá del cristal de la ventana…
Fotografía de Allison Archer en Unsplash
Pues me alegro mucho de tu merecido premio. Las alas de la imaginación al final no sirven para volar desde las ventanas, qué pena.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Muchísimas gracias, Julio David.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me encanta. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarMargarita, muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.