Desde ese día nadie vende barquillos en el parque. Y es que a Isidro las francesas, aunque fuesen tontas, le gustaban más que la tortilla española. Se lo decía su tía Javiera: “Te perderán las mujeres”. Y en la verbena, tras tomarse más chatos que claras, fue arrimársele una minifalda y marchar con ella al callejón. Pero la rubia, que resultó tener más pito que rosquilla, le clavó un cuchillo, sacándole todo el dinero y los entresijos. Y dejó al barquillero, sobre un charco tan colorado como un botijo de Alcorcón, más tieso que la mojama.
Relato FINALISTA ANUAL del concurso
"Madrid se escribe con M" de RADIO MADRID-CADENA SER
Enhorabuena, porque es un texto genial. Ese encuentro tras la minifalda resultó demoledor
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias, espero tener suerte el lunes.
EliminarBesos.