Desde pequeño, Paco se enamoró del mar. Sería por sus lecturas infantiles o por aquella colección de postales marinas que le gustaba conservar en un manoseado álbum. Al cumplir los diez años, por fin, iría a la playa. Se compró artilugios de pesca y hasta un cubito de plástico para construir castillos de arena. Pero todo se truncó. A principios de verano falleció su padre. Fue como si un vertido ahogase su sueño. Pasaron los años. Estudió Derecho. Al licenciarse, dedicó todo el tiempo a su bufete. Entre pleitos, recursos, apelaciones, diligencias… se le esfumó la vida.
Al jubilarse, se fue de viaje a la costa. Nada más apearse del autobús se dirigió a la playa atraído por el rumor de las olas. Quedó tan obnubilado por aquel manto turquesa que, sin darse cuenta, comenzó a introducirse en el agua. Con la emoción olvidó que no sabía nadar.
Palabras a utilizar: PESCA / PLÁSTICO / VERTIDO / AGUA / CONSERVAR
Qué bueno. Ese final es genial.
ResponderEliminarUn abrazo, y por el mar
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Diferente, ingenioso, refrescante y peligroso. Y tan real lo de creernos eternos y que manejamos el tiempo. Te deseo mucha suerte, Javier. Un beso.
ResponderEliminarMargarita, muchas gracias por tu visita y tu comentario.
EliminarBesos.