La pasada Nochebuena, cuando llegué, se disponían a poner la mesa para cenar. De fondo se escuchaba Noche de Paz. Los pequeños, más que ayudar, estorbaban y su hermana Andrea los mandó a mirar el Belén para que se entretuvieran. Julia había salido con las amigas y, como siempre, apuraba la hora límite de regresar a casa. Me asomé a la cocina. Allí, Carmen preparaba unos canapés. El resto de los platos estaban listos para llevarlos al comedor. Cuando Julia entró por la puerta, Carmen, cargada con una bandeja, dio la orden: «¡A la mesa!». Cada uno ocupamos nuestros sitios alumbrados por las luces del árbol. Pero a Carmen le brillaban más los ojos que a los demás. Era la primera Navidad con mi silla vacía.
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Ya lo creo, sería una nochebuena añorante de ese hombre que se fue.
ResponderEliminarBuen texto. Un abrazo y felices fiestas
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarTe deseo lo mejor para el 2020.
Besos
Suerte! Ay las ausencias...
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Muchas gracias por tu comentario, David.
EliminarUn saludo.