Su preferido siempre ha sido el chocolate negro, por eso no me ha extrañado ver una onza mordida sobre la mesa de la cocina. He pensado que estaría en su habitación, pero solo he encontrado su armario abierto. A mi hermana le gusta jugar al escondite, como cuando éramos pequeñas. Entonces, he escuchado el susurro de su voz procedente del comedor. He ido corriendo, pero nada. Allí, solo he hallado descolocada la fotografía que nos hicimos el último verano. Y, en el suelo, un pétalo que ha caído del ramo de rosas que hay junto a la urna con sus cenizas.
La descripción correcta de como animales de costumbres, cuando se nos va alguien, cuesta desacostumbrarse... Fantástico!!
ResponderEliminarMarí, muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Hermoso relato Javier y al mismo tiempo tan enternecedor que penetra muy adentro, felicidades
ResponderEliminarMo, muchísimas gracias por tus palabras y tu visita.
EliminarUn abrazo.
Me encanta como tratas los momentos por delicados que sean.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
EliminarUn saludo.
Muy bueno e inquietante
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Mientras vives los seres a los que quieres están. Gracias por el escrito. Como siempre en pocas palabras, toda una historia.
ResponderEliminarMargarita, muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Muchas gracias por compartir sentires que todos tenemos pero no sabemos expresarnos tan bien como tú lo hace
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras.
EliminarUn saludo.
Hermoso...a pesar de que la tristeza y el duelo están presentes.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario.
EliminarUn saludo.
Perfecto, s una obra de exhibir.
ResponderEliminarSaludos, desde Medellín, Colombia
Muchísimas gracias por tus palabras y tu visita desde Colombia, es un placer.
EliminarUn abrazo