Lo he oído por la radio y no encuentro consuelo. Anoche fui a la feria y conocí a un chico mientras aguantaba los abrigos de mis hermanastras que se habían subido al tiovivo. Al momento sin darme cuanta estaba cogida de su mano paseando, y no puedo imaginar que alguien que se pone un cucurucho de papel sobre la cabeza a modo de sombrero para hacerme reír, sea él. Subimos a la noria, y cuando bajé era casi medianoche, salí corriendo sin despedirme.
Por eso al escuchar -“el Príncipe busca a la dueña de una zapatilla en cuyo cordón lleva bordado un nombre, Cenicienta”-, y ver esta mañana que me faltaba una, solo hago que pensar… ¿seré yo?
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