Marqué todos los puntos. Tracé todos los caminos. Besé el lunar de tu hombro y mi mirada oteó la llanura de tu piel. Las yemas de mis dedos caminaron lentamente rozando cada poro. Y allí donde se erguía tu columna mis labios te dejaron un beso y otro y uno más… Y continué la travesía, sintiendo cada centímetro recorrido como mío. Me perdí entre tu belleza. Me sumergí en lo más profundo de ti. El temblor de tu cuerpo y la brisa, acompasada de tu respiración, me despertaron de este sueño, que no fue tal, sino el instante de amor más perfecto dibujado sobre tu piel…
Fotografía: Geir Mosed
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