Ella solo quería implorarle que volviese a casa. Después de pensarlo un buen rato, decidió llamarle por teléfono. Sabía lo que le iba a contestar: “¡Eres una inútil! ¡No sirves para nada! ¡Siempre estamos igual!”. Tal vez, si en esta ocasión pusiese la voz más sensual, accedería a venir sin refunfuñar.
Por fin, marcó, esperó y cuando él descolgó solo le escuchó proferir, de forma áspera, bajo un ruido tumultuoso:
—¡Ladrón! ¡Es fuera de juego! ¡Estás ciego! ¡Eres un inútil! ¡No sirves para nada! ¡Siempre estamos igual!
Ella dulcemente le dijo:
—Cielo, cariño, ¿por casualidad no habrá acabado el partido ya? Es que hace mucho frío y, otra vez, he vuelto a dejarme las llaves dentro de casa.
(Relato presentado al concurso de Editorial Zenda #historiasdefútbol)
jajaja. Me recordaste a un chiste muy bobo. Este mundo del fútbol da para anécdotas muy jugosas.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.