Antes de dormir, guardó entre las páginas de su diario los billetes que le habían dado por su cumpleaños. Le puso el candado y lo metió en el armario. Cerró con llave y la escondió bajo su almohada. No quería que María, su gemela, le robase otra vez. Apagó la luz y su hermana comenzó a susurrarle: “Ya lo tengo, es mío”. Ella comenzó a temblar envuelta en un sudor frío.
Como cada año, María la atormenta desde que no nació.
Inquietante. Muy bien llevado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
EliminarUn saludo.
Realmente inquietante. Muy bien llevado. Chapeau
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.