domingo, 25 de agosto de 2019

UN, DOS, TRES, CUATRO…

     La vida con los abuelos era un agujero negro impregnado de rancio. En mi habitación, sobre una carcomida cómoda, estaba aquella zarigüeya disecada con ojos de cristal. Al apagarme la luz, la abuela decía que aquel bicho era mi amiga, que vigilaba mis sueños, ya que, por su medicación, ella se dormía profundamente. La verdad es que me hacía compañía mientras esperaba la llegada del último tranvía, que traía al abuelo. Entonces, mirando aquellas pupilas que brillaban en la oscuridad, comenzaba a contar. Si pasados cinco minutos no escuchaba nada, el alcohol lo había tumbado en el rellano. Pero si oía la llave, sabía que, tras veinte pasos tambaleantes, entraría en mi habitación y comenzaría mi verdadera pesadilla…


Relato publicado 3ª semana Agosto/19 en la web solidaria cincopalabras.com
Las palabras son: AGUJERO / ZARIGÜEYA / LUZ / AMIGA / TRANVÍA


Fotografía de Yuris Alhumaydy en Unsplash

4 comentarios:

  1. Uff, qué buen sistema de detección del estado del abuelo :-)

    Un abrazo y feliz tarde

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  2. Tremendo... muy duro.
    Muy bueno, Javier.👏🏼

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