Cuando me dieron el alta en el sanatorio, me aseguraron que si seguía el tratamiento todo iría bien. Regresé al pueblo para llevar una vida tranquila. Una vez allí, no tuve ninguna curiosidad por conocer que les ocurría a mis vecinos. Por ello, me extrañó recibir aquella carta del ayuntamiento. Yo, un hombre de poca cultura, iba a impartir justicia como juez de paz. Desde ese día, los nervios y la ansiedad se apoderaron de mí. Dejé la medicación. Tan solo pensaba en el próximo futuro, cuando, de forma solemne, tras dar un golpe con el mazo, pronunciase: «¡Que le corten la cabeza!».
Las palabras son: CURIOSIDAD / CULTURA / JUSTICIA / PAZ / FUTURO
Fotografía de Belinda Fewings en Unsplash
Jolines, tal vez el sanatorio no era mal sitio para ese sádico :-).
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Que el Cielo nos libre de quien, como la reina de corazones, no está en sus cabales.
ResponderEliminarUn relato divertido y con un toque dramático.
Un abrazo, Javier
Muchas gracias por tus palabras, Ángel.
EliminarUn abrazo enorme.