Acompañado de madre, la primera noche sin luna, cumplí la última voluntad de padre. Cuando arribé con el barco a la zona de aguas más profundas, procedí con lo indicado en su testamento. Empujé con esfuerzo aquel cuerpo al mar. Luego, puse rumbo al puerto, antes de que estallase la tormenta.
A la mañana siguiente, al acercarme al muelle, vi un tumulto en la playa. El oleaje había varado algo sobre la arena. Al acercarme a la orilla, contemplé, atónito, el cadáver de madre abrazado a un madero con el nombre de nuestra embarcación. El mismo al que se aferró cuando, la noche pasada, la arrojé por la borda.
Relato escrito para microcuento.es en su sección microcuento.es/cuentos-cortos/ para el mes de Noviembre/20
Uf, qué fuerte, pero si se quiere cumplir la voluntad del difunto, igual no hay otra manera que ser literalmente leal.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.