Otro sábado, lo único diferente son los villancicos que suenan de fondo. Ella está como siempre, con su mirada perdida y repitiendo lo mismo: «Estuve en París vestida de novia con él».
Me siento a su lado, cojo sus manos y le cuento cosas de la vida normal. Intento rescatarla de su mundo. Pero su mente es como un trineo deslizándose a toda velocidad hacia el olvido. De repente me mira, sonríe, parece que ha vuelto. Le pregunto: «Mamá ¿sabes quién soy?»
—Sí, mi madre.
Solo puedo besarla y, contemplando la sonrisa de su mirada, seguir soñando con su regreso.
#Recordando Wonderland: serie de entradas, en las cuales voy a recordar los relatos que en su día envié a Wonderland/RNE4 y que resultaron ganadores o finalistas.
Microrrelato finalista del concurso del programa Wonderland/RNE4 20/01/2018
Un gran micro, enhorabuena, aunque la cosa vaya con retraso.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchísimas gracias, Ángel.
EliminarUn saludo.
Que tierna y triste realidad... Tus relatos siempre sorprenden capaces de hacerte sentir... Gracias es estupendo
ResponderEliminarMarí, muchas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
Y muchas veces hay que quitar hasta los espejos, porque ni se reconocen. Gracias por tú sensibilidad.
ResponderEliminarMargarita, muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarUn beso.
Muy bueno. Pena de olvido, pena de demencias.
ResponderEliminarUn abrazo
Me encantas que mas puedo decirte
ResponderEliminarserá porque la palabra mama madre madrecita es tan íntima
te dejo mis huellos por si quieres encontrarme
Muchísimas gracias por tus palabras y tu visita.
EliminarSaludos.