El zaguán de mi casa es diáfano, sin rincones donde esconderse, pero al entrar aquella noche sentí miedo al exhalar su interior aquel olor.
Fui al ascensor, quien iba a concebir que había un intruso dentro.
Se abalanzó sobre mí, empezó a manosearme, me tiró al suelo, se puso sobre mí tapándome la boca, no sé como saque fuerzas, le mordí y comencé a chillar. Me dio un bofetón, me llamó puta y salió corriendo al oír ruido en la escalera.
Solo pude llorar. Desde aquel suceso cada vez que entro en el portal siento recorrer mi cuerpo un escalofrío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario