Hoy ha vuelto, quiere que el juego termine, le devuelva su ropa e intercambiemos el sitio pero creo que eso va a ser difícil, yo ya me he acostumbrado a esta vida y a sentir la luz del sol. Además nadie le obligó, estábamos de acuerdo las dos, ella parecía feliz, aunque cuando me escucha decir esto empieza a refunfuñar.
Han sido muchos años de aguantarla, hacer lo que ella quería, y si como dice el juego ha terminado pues vale, pero he ganado yo. Ahora me apetece a mí que me llamen loca y escuchar voces en mi interior.
Todo esto lo decía a voz en grito María, mientras golpeaba sin descanso su cabeza contra las paredes acolchadas de su habitación.
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