Primero un murmullo, luego gritos. Aquella algarabía acabó con mi paciencia. Puse atención, pero con aquel galimatías era imposible entender nada. La curiosidad pudo conmigo, abrí la puerta y me asomé. Era increíble, todo el mundo saltaba subido a las mesas, brindaba… mis trabajadores habían enloquecido. Además, aquello era un vituperio contra mi persona:
—Al jefe que le den…
—Ese hijo de… es un negrero…
Incluso, Angelita, mi modosita secretaria, estaba semidesnuda, totalmente ida. La llamé:
—¡Angelita! ¡Qué pasa!
Ella derramándose champán sobre sus pechos me dijo:
—¡Qué nos ha tocado el gordo! Sí, sí, el número del comité de empresa. Sí, ese que usted decía: yo a esos rojos no les compro.
(Las palabras son: algarabía - paciencia - galimatías - curiosidad- vituperio)
No hay comentarios:
Publicar un comentario