Una noche más, sube al búho de la línea 35. Es la mejor manera de vencer al frío. Cuando Mariano está de servicio, le permite viajar gratis. Solo le pide que se situé al fondo y que no moleste al resto de pasajeros. Desde allí, ella los observa subir y bajar taciturnos, tristes, tal vez tan desgraciados como ella. Piensa que debe intentar cambiar su suerte.
Hoy, cuando llegan a la última parada, Mariano, como siempre, se acerca diciendo: ¡María, despierta! ¡Tienes que bajarte! Sabe que bajo las mantas encontrará su sonrisa. Pero, cuando la zarandea, cae su brazo inerte.
Sobre el vaho del cristal hay un mensaje: Me marcho para vivir.
Muy triste ese final. Me marcho para vivir y que el frío del alma le caló al fondo de los huesos, por última vez.
ResponderEliminarQué triste, pero la vida, a veces es eso, y poco más, el espejismo de poder volar. Un abrazo y feliz Navidad
Muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Triste
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.
EliminarUn saludo.