En cuanto acaba la cena, y antes de tomar el café, siempre ocurre lo mismo. Él comienza a acariciarme las piernas con lentitud, poco a poco, se me eriza el vello. Entonces, le digo: «No seas impaciente, me vas a romper las medias». Sobre el sofá, insiste. Me agrada, me paralizo de placer. Sigue recorriendo con su lengua mi cuerpo, se entretiene entre mis pechos. Luego, me mira fijamente dispuesto a lanzarse hacia mi boca. Pero eso no me gusta. Lo aparto de mí diciéndole: «¡Caricias! ¡Eso no!». Y él me responde maullando con tristeza.
Relato escrito a partir de la fotografía de Gabriel Guerrero Caroca
El protagonista del relato debía de ser un gato.
Muy buen texto, sin duda. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece (es Relatos y Más, es que aparecen dos en el perfil).
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchísimas gracias, Rocio, por tu visita y tus palabras.
EliminarUn abrazo.