Se escucha ese pitido infinito, tan irracional, desde el rellano de la escalera. Al entrar en casa, huelo las alubias del miércoles que ya se agarran a las paredes de la olla. En la cocina, una bruma de olvido se desliza por los azulejos. Dejo la mochila encima de la mesa y abro el ventanal de la galería para que se avente el miedo. Entonces, a través del resquicio de la puerta de la despensa, veo, sobre el suelo, el delantal de mamá empapado de odio.
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tan genial como pavoroso
ResponderEliminarsaludodsss
Muchas gracias por tus palabras.
EliminarUn saludo.
Como siempre, impactante.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Margarita.
EliminarBesos
Descripción perfecta que deja a la imaginación ver y notar esa crueldad de la violencia y el maltrato...
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Marí.
EliminarBesos.
Tremendo, muy merecido. Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos.
¡Uuuuuuuff! una descripción tremenda en pocas palabras.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Margarita, por tus palabras.
EliminarBesos.