«Ese no es nuestro estilo de familia», dijo mi padre, al tiempo que nos daba con la puerta en las narices. Con Andrés, al menos, aguantó hasta los postres y comenzaron a hablar de política. Julio le gustó, pero cuando se enteró que era ateo, lo crucificó. Yo creía que papá ya había superado mi salida del armario. Aun así, en esta ocasión me acompañaba Rebeca, católica y de derechas. Aunque en realidad se llamaba Roberto. Creo que su reacción se debió al mínimo vestido que lucía Rebeca y que mostraba demasiado su piel canela. En fin, nadie es perfecto.
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Brutal, muy bueno. Esa Rebeca era una mujerona :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos
Jaja.
ResponderEliminarPero cuánta gente había?
Saludoss