8 de diciembre de 1980. Han pasado ya tres meses, siguen las náuseas y tu recuerdo me acompaña al despertar.
Febrero. Otro mes más. He ocupado tu sillón. Allí, envuelta en tu abrazo, me siento mejor.
Marzo. Vuelan los días. ¿Sabes?, esta madrugada noté una patada, como cuando tú te revolvías en la cama.
Mayo. Apenas te escribo, esta carga se está haciendo insoportable, pero ya falta poco.
Junio. Desde su llegada me absorbe todo mi tiempo, ahora llena tu vacío. He estado tan sola… Pero quiero que, a pesar de tu ausencia, la primera palabra que diga sea papá.
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