Solo un último cigarrillo, solo vacíos ocupados por nostalgia y solo, alfombrando aquella melancolía, cartas esparcidas por la casa, con números rojos en su interior.
Cogió ese único cigarrillo, lo sujetó entre sus labios y con la compañía del silbido adormecedor que fluía desde la cocina, encendió su última cerilla.
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