“Si toma esto, perderá todos sus poderes”. Al leer aquella frase pensó: “Ojalá me hubieran puesto algo así en la primera botella que me bebí”. Cerró el tebeo y lo metió en la caja en la que ponía “Raúl”. Como siempre, había bajado al sótano a por la última y acabó allí apurándola. Permaneció sollozando entre los restos del naufragio que están apilados con sus nombres. No se atreve a echarlos fuera de su vida de nuevo. Ya que desde el día que dijo por última vez: “Estoy bien. Yo sé cómo voy, soy Superman” y los lanzó en aquella curva al abismo, sabe que los superhéroes tan solo existen en los cómics.
(Relato escrito para estanochetecuento.com Mayo/Junio-2017)
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