Mi familia no escatimaba en los detalles, querían la perfección absoluta. No admitían el más mínimo error. En esta ocasión solo esperaba que tuviesen algo de comprensión conmigo. Total un fallo lo tiene cualquiera.
Era mi primer trabajo. Me enviaron a casa de los primos que se encargaban del negocio familiar en la costa oeste. Cuando vi sus caras de asombro al entregarles aquel dinero, entendí que, saldar las cuentas y darles el finiquito, no era aquello. Parece ser que entendí mal las órdenes de D.Vito.
Javier, un relato muy divertido, con un malentendido.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, ese aire inocente del protagonista.
Besets al collet.
Gracias, Pilar, por tu visita.
EliminarSí, a mi protagonista le hace falta un pequeño cursillo de lenguaje mafioso y saber que es saldar cuentas y dar el finiquito. Pienso que tal vez a él, D.Vito, le de el pasaporte.
Besets al collet.
Qué situaciones entre divertidas e irónicas suelen ocurrir en la vida, cierto?
ResponderEliminarEres muy ameno! <3
Gracias, Raquel.
EliminarMi protagonista tendrá que espabilar si no quiere que el jefe lo eche a la calle, o peor aun.
Un abrazo.