Había tenido días malos en mi vida, pero aquel fue el peor. Allí, rodeada por aquella jauría, fueron desgarrando mi dignidad, poco a poco. Me despojaron a jirones de todos mis sentimientos dejándome desnuda, sin alma. Sabía que era cuestión de aguantar. Cerré los ojos y me dejé llevar. Fueron pasando uno tras otro.
Aquel día, durante mi declaración en el juicio, me hicieron sentir más culpable que víctima y, otra vez, tuve la sensación de ser violada.
Fotografía de Jacqueline Day en Unsplash
Desgraciadamente esto es una realidad por la que muchas mujeres han tenido que pasar. Un realidad cruel, injusta, fuera de lo humano... cabrían todos los adjetivos y nos quedaríamos cortos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Manuela.
EliminarUn abrazo.
Es increíble cómo lo bordas. Tras la humillación, quedaba por vivir la segunda humillación, la de la justicia. Si bien han cambiado muchas cosas, aún está por ahí los tipos de una manada de bestias
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día
Muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarBesos