En la mañana de este domingo de principios de agosto, la estación central de Osaka es un hervidero de gente. En los bancos que hay frente a los andenes el personal espera la salida de sus trenes. En uno de ellos están sentados Takeshi y Kazuma. Los ancianos no paran de realizar comentarios soeces. Tal vez, el aburrimiento de la vida les hace comportarse como unos adolescentes. En el banco contiguo, la señora Mizuki aguanta estoica aquel bullicio juvenil. Solo piensa que, ojalá algo cayese sobre este par de viejos verdes que los silenciase para siempre.
Al fin se van. Takeshi regresa a Hiroshima, mañana lunes 6 tiene consulta con el médico. Kazuma viaja a Nagasaki, el jueves 9 es el cumpleaños de su nieto.
uf, qué mala leche. :-). Estupendo relato
ResponderEliminarUn abrazo y feliz semana
Jajaja, cuidado con lo que deseas... La señora Mizuki que vaya con cuidado, que el karma actúa
ResponderEliminarYolanda, muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.