Hace tiempo que su existencia se desmorona como todo a su alrededor. Primero fue la pérdida del trabajo. Luego, el abandono de su mujer y sus hijos. Solo le queda acurrucarse por los rincones abrazado a su soledad. Poco a poco, se ahoga al respirar.
Hoy, al regresar a casa, trae, de nuevo, en su rostro marcado el no y sus bolsillos llenos de excusas y justificaciones: “Ya le llamaremos. No es nuestro perfil. Es demasiado mayor.” Con cuidado pone su traje en la percha comprobando que no tenga ninguna arruga. Entra en el dormitorio y, entre pelusas de recuerdos, desde lo alto de una silla cuelga su vida. De fondo, el destartalado televisor vomita: “Las estadísticas nos indican que, con la crisis, además del paro, entre los mayores de cincuenta años ha aumentado el número de suicidios.”
Duro el post, pero real. Ser muy mayor, y hablamos de cincuenta años, que ya es mala baba, es un inconveniente para encontrar trabajo
ResponderEliminarColgar su vida en una silla, dejándose caer. Tremendo. Un abrazo
Muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Un texto muy en sintonía con la fotografía. Ese ambiente que se ve en la foto sórdido, vacío , frío, que se sabe que hay alguien pero inmiscuido en la nada. Lo mismo exactamente que el protagonista de tu texto.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario.
EliminarUn saludo.
Transmites muy bien la dureza de algunas vidas reales. Es terrible tener experiencia y que no la valoren. Bravo
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