No pudo encontrar la paz hasta que adquirió el viejo caserón. Al estar deshabitado durante más de cien años, ha tenido que acometer importantes reformas. El contratista le ha asegurado que finalizarán en una semana. Tan solo falta por derribar una pared, que hay al final de la escalera, para tener acceso a lo que parece ser un desván. Hoy, le ha llamado angustiado el encargado de la obra. Le dice que lo tienen todo preparado para demolerla, pero cada vez que levantan la maza, escuchan con estupor que alguien susurra al otro lado de la pared: «Al fin, podré descansar bajo cinco tulipanes púrpuras».
Para escribirlo te dan la frase inicial y final.
Jolines, lo que dura la necesidad de descansar con esos tulipanes
ResponderEliminarLindo post. Un abrazo
Muchísimas gracias por tu comentario, Julio David.
ResponderEliminarUn abrazo.