—¡Otro! Pero si ya no te queda piel en el cuerpo sin tatuar.
—Mujer, siempre queda algún rinconcito oculto por ahí.
—Y ¿cómo te lo vas a hacer? ¿realista, tribal, geométrico?
—Pues esa es mi duda, que no sé. Ya ves, más que falta de sitio, es falta de originalidad. Había pensado en uno de estilo gótico, pero me da un poco de grima.
—¡Oye! ¿Y si te lo haces japonés? ahora se lleva mucho.
—Ya, pero a mí me gusta ser innovadora, transgresora.
—Pues lo tienes difícil.
—Mira, dame un cigarrillo y fuego, por favor.
—Pero si tú no fumas.
—Si no es para fumármelo. Me voy a hacer, aquí en la pantorrilla, unas quemaduras en forma de trébol que quedarán genial.
Esta semana el relato se basa en esta fotografía de Cheyenne Randall
Jopé. Eso es amor al arte de tatuarse. Vaya idea. Muy bueno, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchísimas gracias por tus palabras, me alegra que te haya gustado.
EliminarBesos.