En ocasiones me acaricia el desánimo y pienso que tal vez esto no es para mí. Las circunstancias y sinsabores me dicen: “Déjalo, no vale la pena”. Pero entonces echo un vistazo a este blog y me doy cuenta que tengo 50.000 razones para escribir. 50.000 motivos, para situarme sobre el papel y expresar aquello que me dicta el corazón. Para buscar una nueva historia que contar. Para de nuevo intentar acariciar tu alma.
Tengo la suerte, la inmensa suerte, de sentir que tú estás ahí. Que mis letras no están solas, que permanecen aquí y reciben la caricia de tu mirada. Y en ese instante siento en mi interior ese sentimiento que me hace pensar: “Debes continuar”.
Sé y reconozco, que todo lo que escribo no es perfecto, que como en todas las cosas de la vida, unas veces salen mejor y otras peor. Intento mejorar, aprender. Y por suerte tengo la ayuda de personas que me quieren, que me corrigen y me indican el camino adecuado en este mundo, a veces complicado, de la escritura. Por ello quiero aprovechar esta entrada para reconocer mi aprecio y mi gratitud a dos personas que, tal vez, sin ellas habría dicho ya adiós. Pilar, mi compañera de viaje en la vida, muchísimas gracias, eres mi apoyo constante y mi ánimo principal, mis letras respiran y viven a través de ti. Y tú, Carmen, eres como la luz del amanecer, cada día estás ahí y siempre puedo contar contigo, me has hecho comprender una nueva y bonita definición de la palabra amistad. Gracias a las dos.
También quiero dar las gracias, ya que sería injusto, a todas aquellas personas que con sus comentarios e indicaciones me ayudan.
Como siempre cada vez que llego a una cifra significativa, y 50.000 visitas creo que lo es, pienso que es un sueño. Que todo comenzó como un sueño. Y que la única palabra que me dicta el corazón es ¡gracias! Sobre todo gracias a todos y cada uno que se pasa por aquí y me lee, gracias de corazón.
Tengo 50.000 razones para escribir y cada vez que lo hago quiero que sepas que es pensando en ti, sí, sí, en ti, que en este mismo instante me estás leyendo, ahora y aquí muchísimas gracias.
Y como siempre digo: La aventura continua… ¡VAMOS JUNTOS!