Desnudo salté de la cama, buscaba algo para taponar aquella herida por donde a María se le escapaba la vida. Solo encontré gasas y esparadrapo ¿sería suficiente?
Esta vez nos habíamos pasado con nuestros juegos sexuales.
Regresé al dormitorio, ella estaba flácida, sin aire, sin alma.
María se había desinflado.
(microrrelato publicado en http://www.cincuentapalabras.com/ en Abril/16, finalista, 3º)
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