En un lugar, donde el mar rompía con las tinieblas, el Destructor de Bibliotecas sembraba un erial del conocimiento incinerando libros. No muy lejos de allí, una niña lloraba por lo inevitable, bajo la sombra de grises nubes impregnadas por cientos de sílabas. Vocablos que huían del fuego aniquilador de aventuras e historias de amor. Letras que, como volutas del saber, surcaban el cielo formando un nuevo abecedario. Creando palabras que, al caer como lluvia de cenizas, germinasen pensamientos y emociones.
Aquella niña soñaba con poder volver a leer. Cuando brotaron nuevos libros, ella todavía estaba allí.
Para escribirlo te dan la frase inicial y final.
Foto de Fred Kearney en Unsplash
Qué bueno, ese final de lectura con Monterroso :-)
ResponderEliminarUn abrazo, y por una tarde con lecturas amenas
Muchísimas gracias por tus palabras.
EliminarBesos y feliz semana.
No hay quién pueda con los libros, y mira que tienen enemigos...
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por tu visita, Franc.
EliminarUn abrazo.