Cuando entré en su habitación del hospital, me encontré a mi Mariano postrado en la cama. Estaba todo escayolado de cuello hacia abajo. Se lo había avisado, que fuese con cuidado, que algún día tendríamos una desgracia. Él me miraba con aquellos ojos que me derretían. Yo no podía apartar los míos de aquel abultamiento de escayola que emergía de su entrepierna. Estaba claro que le pusieron el yeso tal cual lo encontraron. Él siempre ha sido muy fogoso y apasionado. Pero ya le dije que era muy peligroso hacer, desde lo alto del armario del cuarto de baño, el salto del tigre.
Relato escrito a partir de la fotografía Kerry Skarbakka
jaja, pobrecito :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Deja los saltos del tigre para ellos. Tú prudencia, que más dura será la caída. Jijiji
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Margarita.
EliminarBesos.
¡Hola!
ResponderEliminarVengo de leer tu relato del reto de Adella Brac, me has hecho pensar en el amor de ese niño a su madre, los sueños que les hregalaba, pegada a su botella de vino. Y aquí me encuentro con "el salto del tigre". Has conseguido despertar en mí una sonrisa y el re cuerdo de mi padre, era muy aficionado a esa frase.
Un saludo
Muchísimas gracias por tus palabras, José.
EliminarMe alegro haberte sacado una sonrisa.
Un abrazo.