Por la megafonía del metro se anunciaba el aviso: Se recuerda a los pasajeros que deben viajar con billete válido y mostrarlo a nuestro personal. Entonces lo vi a él, al fondo del vagón, no podía dejar de observarlo. Él alzó la cabeza y nuestras miradas se cruzaron, parecía como si me dijese: Espérame un momento que ya voy. Yo no estaba dispuesta a ser una presa fácil y dejarme atrapar. Pero él comenzó a avanzar hacia mí. Conforme se aproximaba mi corazón latía con más fuerza y un sudor frío recorría toda mi piel.
Cuando ya estaba casi a mi altura no lo dudé, me abalancé apasionadamente sobre el muchacho que tenía enfrente de mí y lo besé como nunca he besado a nadie.
El interventor fue incapaz de romper aquel instante de amor. Yo me bajé en la siguiente estación y en aquel vagón, de nuevo, dejé abandonado en los labios de un desconocido mi último beso sin billete de vuelta.
Fotografía: Josh Kern
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