Cada día, haga frío, calor o bajo la lluvia, él conduce con parsimonia su carroza plateada. Montada en ella, su princesa, con una varita mágica, busca tesoros escondidos. Recorren las calles y van llenando el carruaje con objetos de valor y apetitosos manjares, que sus súbditos han ido depositando para que ellos los cojan a su paso. Con unos decorarán su palacio junto al río, de los otros darán buena cuenta en cuanto comiencen a rugirles las tripas.
Siempre parten con la ilusión de que ese día van a tener suerte. Antes de desplazarse al siguiente punto de recogida, él le dice con cariño: Princesa, aparta las manitas que voy a bajar la tapa del contenedor.
(Relato finalista en #DoReMicrosViajero Febrero/18 Tema: #Basura)
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